domingo, 28 diciembre 2025

Los esqueletos a plumilla de Gustavo Adolfo Bécquer

La muestra que el Museo Bellas Artes de Sevilla dedica a la familia Bécquer ofrece un apartado inédito dedicado a los dibujos satíricos del autor de ‘Rimas y Leyendas’ poblados por esqueletos

Gustavo Adolfo Bécquer dibujó siempre. Además de escribir poesía, prosa, relatos y crónicas periodísticas, el autor sevillano, uno de los más leídos y apreciados en lengua española, dibujaba en hojas sueltas y en cartas, cuadernos, álbumes e, incluso, en sus propios manuscritos. No en vano había nacido en el seno de una familia de artistas sevillanos: su padre era José Domínguez Bécquer, iniciador de la saga; su tío, el codiciado pintor costumbrista Joaquín Domínguez Bécquer, y su hermano mayor, Valeriano, uno de los más agudos dibujantes de mediados del siglo XIX.

Nacido en Sevilla en 1836, con apenas 12 años Gustavo Adolfo entró en la Escuela de Bellas Artes, situada entonces en el Museo de Pinturas (en la actualidad, Museo de Bellas Artes de Sevilla). Sin embargo, pronto abandonó los estudios académicos al parecer rutinarios. Pasó entonces al taller de su tío Joaquín, en el que coincidió con su hermano Valeriano, quien estaba aprendiendo allí el oficio.

- Publicidad -

Nuestro genial poeta, que además mostró buenas dotes para la música, quiso seguir la carrera de pintor de la mano de su influyente tío. A pesar de que su intento de llevar a cabo una carrera pictórica resultó fallido, Gustavo Adolfo dibujaba muy bien, como demuestra el hecho de que sus obras fueran muy codiciados por sus contemporáneos.

El autor de ‘Rimas y leyendas’ regalaba generosamente los dibujos salidos de su pluma entre sus amigos y conocidos. Obras que, en muchos casos, desgraciadamente, como ha documentado el catedrático emérito de Literatura Española de la Universidad de Zaragoza, Jesús Rubio Jiménez, han desaparecido en la actualidad. Solo se tienen referencias de la existencia de algunos de ellos, incluyendo un autorretrato, pero no hay constancia de los origínales, siendo muy pocos los que han llegado hasta nosotros.

Cinco de estos diseños, salidos de la experta mano de Gustavo Adolfo Bécquer, se exponen ahora en el Museo de Bellas Artes de Sevilla: dos dibujos sueltos, dos álbumes, así como un pequeño cuadernillo satírico ‘bizarro’ anexo a las páginas finales de uno de los álbumes. Conforman el quinto bloque de la exposición ‘Los Bécquer, un linaje de artistas’, que reúne en la pinacoteca sevillana, hasta el próximo 15 de marzo, más de 150 obras -entre óleos, dibujos, acuarelas, litografías y libros- de estos cuatro integrantes de la familia Bécquer, prestados para la ocasión por hasta una decena de instituciones y colecciones andaluzas, nacionales e internacionales.

- Publicidad -

La muestra pone de relieve “uno de los aspectos menos conocidos del legado del popular autor sevillano, revelando la gran calidad, precisión, ironía y agudeza de su plumilla”, en palabras de la consejera de Cultura y Deporte, Patricia del Pozo. Para Valme Muñoz, directora del Museo de Bellas Artes de Sevilla, esta selección permite que “por primera vez se presenten al público los dibujos de Gustavo Adolfo Bécquer con la debida atención que merecen”.  

Entre las obras expuestas destacan dos dibujos en hojas sueltas de papel, uno realizado en tinta y otro con grafito. El primero, fechado en torno a 1860, representa a un gitano, que viste un traje corto, está tocado por un gran catite y porta un cayado, una manta y unas tijeras. Atributos que parecen indicar el oficio de esquilador y que, según informa el comisario de esta muestra, el historiador del arte Manuel Piñanes García Olías, “inducen a pensar que representa a un personaje real que Gustavo Adolfo llegó a conocer”.

Esqueletos que juegan al tenis con un cráneo

El segundo de los dibujos trazados en una hoja suelta tiene una naturaleza muy distinta, dado que es una creación satírica y grotesca protagonizada por uno de los temas más recurrentes en la obra gráfica del autor de ‘Rimas y Leyendas’: los esqueletos. En este caso, representa a un diestro, con muleta y capote, plantado frente a la osamenta de un toro a punto de ser rematado.

- Publicidad -

Las desconcertantes imágenes de esqueletos también pueblan el pequeño cuaderno, anexo a un álbum y recogido en esta muestra titulado ‘Les morts pour rire. Bizarreries dédiées à mademoiselle Julie, par G A Becker’. En todo caso, hay que señalar que estas fantasmagorías no eran una rareza en la época, toda vez que, como indica el profesor Rubio, “resultan cotidianas en su contexto postromántico”. Si bien Gustavo Adolfo dio un paso más allá al incorporar estos esqueletos satíricos al catálogo de sus obsesiones literarias, representado, entre otras escenas fantasmagóricas o ’bizarras’, a una pareja de esqueletos jugando al tenis con un cráneo; una función circense con esqueletos saltando a través de un aro; tumbas que acogen el cadáver esquelético de una joven doncella; la ceremonia de un cortejo amoroso en el que ella y él son sólo huesos o un duelo a muerte entre esqueletos montados a un caballo y esgrimiendo una lanza.   

Por último, la exposición reúne dos álbumes que constituyen el mayor conjunto de la obra plástica conocida de Gustavo Adolfo. Se trata de los álbumes de Julia Espín, a cuya tertulia familiar paterna en Madrid acudieron con asiduidad los hermanos Bécquer. Custodiados en la Biblioteca Nacional, despliegan una buena muestra de los temas y asuntos que interesaron al poeta: escenas teatrales, dibujos grotescos y otros que reflejan el universo del mundo femenino.

Uno de los más modernos de esta serie es, sin duda, el que muestra a un hombre durmiendo, agitado por una pesadilla mientras es observado atentamente por un diablo burlón que lleva una inquietante mujer atada por un hilo a modo de cometa. La influencia de los monstruos de Goya y una portentosa imaginación sobrevuelan estos dibujos de trazo firme e innegable calidad artística.

Como colofón de ese apartado, se ha incluido el retrato del poeta realizado por su hermano Valeriano, que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y ha sido restaurado para la ocasión. También se exhibe una primera edición de sus ‘Rimas y Leyendas’, que sólo vio la luz de manera póstuma en 1871 -el poeta había fallecido un año antes- a iniciativa de sus amigos, quienes tuvieron que hacer una suscripción popular para poder publicarlas. Una obra fundamental en la historia de la literatura, que tardaría más de un lustro en alcanzar el inmenso aprecio y popularidad de la que ahora goza.

Últimas noticias