Desde el 29 de diciembre del año pasado, en el que se inauguró en la Archidiócesis de Sevilla el Jubileo ‘Peregrinos de la Esperanza’, hasta el 29 de noviembre de 2025, día en que se celebró el Encuentro Diocesano de la Esperanza, última de las convocatorias celebradas antes de la misa de clausura del año jubilar, han sido cincuenta encuentros de carácter diocesano los que han tenido lugar. El sacerdote Manuel Soria, delegado diocesano de Peregrinaciones y responsable de las celebraciones jubilares en Sevilla, hace una valoración de estos 365 días.
¿Cuál ha sido la respuesta de los sevillanos durante el Año Jubilar?
La respuesta a todas las convocatorias ha sido cuantiosa en general. La participación en las celebraciones jubilares ha supuesto para muchas personas una ocasión de acercarse al Señor y a la Iglesia por medio del sacramento de la Reconciliación; una oportunidad para avanzar en el camino de la conversión personal y comunitaria, y un acontecimiento gozoso por experimentar la grandeza del perdón y la misericordia de Dios. Toda la programación diocesana del año santo se ha preparado y celebrado con la intención de que el Jubileo supusiera una oportunidad para reavivar en todos nosotros la esperanza y encontrar razones para vivirla hoy de manera personal, en la Iglesia y en la sociedad.
¿Qué gremios han participado?
Las celebraciones y los encuentros jubilares que han tenido lugar en la Archidiócesis de Sevilla con motivo del Jubileo fueron programados y preparados por la Iglesia diocesana, y se han llevado a cabo desde la propia estructura de la Archidiócesis. El arzobispo, los obispos auxiliares, vicarios episcopales, delegados diocesanos, el Cabildo Catedral y, por supuesto, la Delegación de Medios, han estado siempre entregados por completo y muy disponibles para que todo se organizara y saliera lo mejor posible, sin improvisaciones y aprovechando pastoralmente las oportunidades que iban ofreciendo los diferentes encuentros y celebraciones jubilares. Podría decirse que, unidos a nuestro arzobispo, y con él a la cabeza, cada una de las partes ha venido trabajando desde la comunión, buscando siempre la mayor participación con una orientación misionera y evangelizadora.
¿Cuáles han sido los aspectos más significativos de las distintas celebraciones jubilares?
En primer lugar, las peregrinaciones para ganar la indulgencia jubilar en Roma. Unas mil quinientas personas participaron en las diferentes peregrinaciones de carácter diocesano celebradas con ocasión del Jubileo de las Cofradías, de los Movimientos, Asociaciones y Nuevas Comunidades y, finalmente, el de los Jóvenes. También otros muchos peregrinos de la Archidiócesis acudieron a la capital italiana para participar junto con la Pastoral Universitaria, las delegaciones de Familia y Vida, Misiones y los seminarios de Sevilla en los jubileos propios dedicados a sus pastorales.


La asistencia de los peregrinos a los lugares sagrados que designó el arzobispo en la Archidiócesis: Catedral, basílicas del Gran Poder, de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena, de María Auxiliadora, del Santísimo Cristo de la Expiración; la capilla de los Marineros, las parroquias de Santa María Magdalena (Dos Hermanas), Santa Cruz (Écija), los santuarios de Nuestra Señora de Consolación (Utrera), de Nuestra Señora de Loreto (Espartinas) y la ermita de Nuestra Señora de Setefilla (Lora del Río), ha sido muy buena en general. De toda peregrinación siempre hay que destacar el fin de la misma, que es poder alcanzar la gracia de la indulgencia jubilar concedida por el Santo Padre, además del espíritu de convivencia y fraternidad que se puso de manifiesto entre los peregrinos.
¿Qué rasgos espirituales destacaría?
La celebración del Jubileo, ha supuesto para muchas personas de la Archidiócesis un acontecimiento especial en la fe y una ayuda para la renovación espiritual. Destacaría la experiencia de sentir el perdón, la misericordia y el amor de Dios, el descubrimiento de la esperanza que nos da la gracia de Dios en los signos de los tiempos. Todas las celebraciones jubilares han servido para darnos un toque de atención, de llamada y de voz profética. A través de predicaciones, gestos, signos y encuentros se han ofrecido medios para que nos paremos a redescubrir la esperanza que nos da la gracia de Dios en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece. La esperanza por la paz, mirar al futuro con esperanza, la esperanza que se abre a la vida, la esperanza que la Iglesia debe llevar a la sociedad, a los encarcelados, a los enfermos, a los ancianos, a los jóvenes, a los migrantes y a los pobres.
¿Cree que hemos tomado más conciencia de la necesidad de ser signo de esperanza?
Totalmente. El año santo nos ha ayudado a sentirnos llamados por el Señor a ser signo de esperanza para muchos hermanos que la han perdido; personas muchas veces cercanas a nosotros mismos, que viven en situación de conflicto permanente, sin ilusión por el mañana, que han perdido el sentido de la vida, que miran a la Iglesia con desconfianza y resentimiento, que no ven el futuro claro, que se sienten solos, marginados, sin ilusión y sin medios para poder luchar y seguir caminando… Que no les falten signos de esperanza, por nuestra parte, a todas aquellas personas a las que podamos llevárselos.
¿Guarda alguna imagen concreta de las celebraciones jubilares?


Ahora todos a dar gracias en la misa de clausura por los bienes recibidos…
Exactamente. El domingo 28 de diciembre, a las seis de la tarde, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, presidirá en la Catedral, la Eucaristía de clausura del año jubilar a la que todos estamos convocados.



