jueves, 4 diciembre 2025

Un año después del Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular: «Fue una verdadera gracia del Señor»

Estos días se cumple un año de la celebración del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, un acontecimiento que Sevilla pasó con nota y que ha servido para que este fenómeno adquiera un reconocimiento en la Iglesia universal como lo que Marcelino Manzano, delegado diocesano de Hermandades, califica de “un camino legítimo, a la altura de otros caminos, para un encuentro con el Señor”. Tanto él como Joaquín de la Peña, secretario general del congreso, repasan un año después aquellos días intensos y el legado que el congreso ha dejado en la vida de las corporaciones cofrades. Un análisis con sus dosis de nostalgia, por el trabajo bien hecho, pero no carente de una serena satisfacción por la deriva que ha tomado la piedad popular en el seno de la propia Iglesia.

  • Dossier del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular de la Archidiócesis de Sevilla (del 4 al 8 de diciembre de 2024)

  • Web del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular

Estos días se cumple un año de la celebración del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, un acontecimiento que Sevilla pasó con nota y que ha servido para que este fenómeno adquiera un reconocimiento en la Iglesia universal como lo que Marcelino Manzano, delegado diocesano de Hermandades, califica de “un camino legítimo, a la altura de otros caminos, para un encuentro con el Señor”. Tanto él como Joaquín de la Peña, secretario general del congreso, repasan un año después aquellos días intensos y el legado que el congreso ha dejado en la vida de las corporaciones cofrades. Un análisis con sus dosis de nostalgia, por el trabajo bien hecho, pero no carente de una serena satisfacción por la deriva que ha tomado la piedad popular en el seno de la propia Iglesia.

Un año después de aquel acontecimiento, los cofrades sevillanos han tomado conciencia real de “la referencialidad” que tiene Sevilla en este campo de la pastoral. Quien esto afirma es Marcelino Manzano, sacerdote y cofrade, buen conocedor de las corrientes internas de unas instituciones que configuran en la Archidiócesis de Sevilla el tejido social de sus pueblos y ciudades. El delegado diocesano percibe una “sensación de responsabilidad respecto a lo que se hace y cómo se hace”, sabiendo que “lo que se hace bien o menos bien tiene resonancia, tiene su importancia”.

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Manzano sostiene que el sello de Sevilla como capital mundial de las hermandades -algo que se afirmó con rotundidad aquellos días de diciembre- no se ciñe a lo estético o meramente procesional: “Somos una referencia y, por lo tanto, tenemos que ser modélicos. Tenemos que saber afrontar nuevos retos, y hacerlo bien, porque, de alguna manera, nos están mirando, y eso comporta una responsabilidad”, afirma Marcelino Manzano.

La piedad popular y la cultura religiosa

Un año después del Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular: «Fue una verdadera gracia del Señor»Joaquín de la Peña visitó 34 diócesis españolas en la gira promocional del congreso, y añade otro matiz al debate derivado de esa experiencia. Recuerda que aquellos meses previos detectaron una diferencia grande entre la vieja Europa –“inmersa en una edad de hielo”, apunta- y las nuevas zonas de expansión del catolicismo, sobre todo Oceanía y Asia. Esto, llevado al panorama español, plantea “muchísima diferencia entre lo que está sucediendo fundamentalmente en Andalucía y lo que pasa en otras diócesis”.

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De la Peña habla del ambiente religioso, de cómo se percibe la cultura espiritual en la sociedad, y aquí señala un factor clave: “Donde la piedad popular está más enraizada, con todas las limitaciones o las faltas de coherencia que queramos, la gente sigue trayendo a sus hijos a bautizar porque quiere apuntarlo en la hermandad, se casan donde están sus imágenes titulares, participan de los cultos de su hermandad… Hay una ligazón que se mantiene como un humus de fe”. “Y eso se da donde hay piedad popular”, subraya, al tiempo que recuerda la gran aportación a esta corriente que hizo el papa Francisco, quien apoyó decididamente el congreso y reiteró varias veces el bien que se podía hacer con la fuerza evangelizadora de la piedad popular.

Marcelino Manzano reconoce que esta loa al fenómeno cofrade se tiene que traducir en un compromiso cristiano más profundo, pero advierte que la Iglesia en España “valora mucho esta vitalidad y presencia, que convierte a la piedad popular en un lugar privilegiado para el anuncio de Cristo, para producir una adhesión personal a Jesucristo”. En este punto vuelve a resonar aquel llamamiento que se hizo en la Catedral para que las hermandades fueran “escuelas de vida cristiana”.

Balance, un año después

Un año después del Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular: «Fue una verdadera gracia del Señor»Los días previos al congreso, el arzobispo, don José Ángel Saiz Meneses, insistió en la necesidad de “poner las luces largas”. Dentro de esa premisa, el que fuera secretario general reconoce que “por su contundencia e intensidad, es imposible desarrollar todas las ponencias en un año”. Para este análisis se creó el Observatorio para la Piedad Popular, un organismo que ya trabaja en las líneas que monseñor Saiz dejó trazadas en las conclusiones del congreso.

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Más allá de lo que haya podido quedar en el ámbito cofrade, el segundo congreso internacional supuso un aliento para muchos sacerdotes que atienden realidades cofrades en sus parroquias. “En lo personal, ha sido un nuevo impulso en mi ministerio, una ilusión nueva, en una misión que no es fácil pero sí apasionante”, admite Manzano.

Formación

Aquel congreso, como ya ocurrió veinticinco años antes, ha podido traer aparejado un nuevo interés por la formación, uno de los aspectos quizás tradicionalmente relegados en las prioridades de los cofrades.

Joaquín de la Peña, que vivió desde dentro las dos citas internacionales que albergó Sevilla, apunta que se han distribuido más de 1.100 libros de actas, y considera que la necesidad de formarse bien “se está tomando más en serio”. Lo percibe no sólo en la cantidad de ciclos formativos que se organizan en las hermandades sino también en la asistencia a estos actos. Reconoce que hay campo para mejorar, por ejemplo, buscando una formación mucho más pedagógica, utilizando los medios de hoy día. Y, sobre todo, buscando “lugares de encuentro”.

A esta corriente ayudó el hecho de que las ponencias y comunicaciones hayan dejado el listón muy alto. “Fue un congreso bien estructurado”, afirma, si bien era imposible abarcarlo todo. Para Manzano, se tocaron todas las dimensiones de la vida de las hermandades y de la piedad popular, incluso esta nueva dimensión trasversal -o con entidad propia- que es la evangelizadora. “Ahora bien, las hermandades son una realidad viva y estamos en un cambio de época que nos presenta perspectivas nuevas”, señala.

Un año después… Para Joaquín de la Peña, nos queda nos queda una visión certera de que, “efectivamente, formamos parte de un carisma -aunque el término carisma no esté exactamente bien utilizado- muy importante para la Iglesia”. El Observatorio, la Obra Social, el legado doctrinal que consultamos en las actas… A modo de resumen, el congreso internacional de hermandades fue una verdadera “gracia del Señor”.

El Observatorio de la Piedad Popular de la Archidiócesis presentó su plan estratégico anual

Un año después del Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular: «Fue una verdadera gracia del Señor»El pasado 4 de noviembre tuvo lugar la primera reunión operativa de la Comisión Ejecutiva del Observatorio de la Piedad Popular de la Archidiócesis, presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Durante la sesión se aprobó el Plan Estratégico 2025-2026, presentado por el director de este organismo, Ignacio Flores, un detallado informe que incluye las líneas maestras a seguir y la propuesta de actividades específicas a desarrollar.

A la Comisión Ejecutiva pertenecen, además, el delegado episcopal para Asuntos Jurídicos de las Hermandades y Cofradías, Miguel Vázquez; el delegado diocesano de Hermandades, Marcelino Manzano; el presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, Francisco Vélez; el secretario canciller de la Archidiócesis, Isacio Siguero; y el secretario del Observatorio, Joaquín de la Peña.

Ejes fundamentales

El estudio, la divulgación, la formación y el asesoramiento son los cuatro ejes fundamentales del Observatorio de la Piedad Popular, que, en palabras de monseñor Saiz Meneses, es “un órgano de asesoramiento, estudio y animación pastoral. Un don y un regalo del Señor para la Iglesia”. Durante la rueda de prensa celebrada el pasado 15 de julio, donde se presentó también el libro de actas del congreso, el arzobispo hispalense explicó que la creación del Observatorio obedece a la séptima conclusión del Congreso. “Se trata de un foro de estudio permanente con carácter multidisciplinar para el análisis de la riqueza, identificar los retos y diseñar los proyectos pastorales relativos a las hermandades y cofradías, que suman más de setecientas en la Archidiócesis”.

La obra social del Congreso comenzará a funcionar al final del primer trimestre de 2026

Un año después del Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular: «Fue una verdadera gracia del Señor»El centro de acogida a personas sin hogar, obra social del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, deberá entrar en funcionamiento el mes de marzo de 2026, según declaró el vicario episcopal para la Pastoral Social, Salvador Diánez, al término de una de las visitas que ha cursado junto al arzobispo al local ubicado en la céntrica calle Don Remondo, donde se aceleran las obras para su apertura.

Diánez aclaró que el centro tendrá una capacidad para doce personas, que llegarán derivadas de los distintos servicios especializados en esta área de atención social. Se trata de procesos especializados y de un acompañamiento muy específico. De hecho, nunca se pensó en una obra social dirigida a un número muy elevado de personas, “porque se perdería lo que siempre se ha cuidado mucho desde la Iglesia y desde Cáritas: el acompañamiento personalizado como hogar”. “Lo que se pretende es que estas personas se encuentren en una familia”, ha añadido Salvador Diánez.

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