jueves, 3 julio 2025

Pésame del Real Betis por el fallecimiento de Alberto Tenorio

Utillero y símbolo del Betis eterno

Utillero y símbolo del Betis eterno

El Real Betis Balompié muestra su máximo pesar por el fallecimiento de Alberto Tenorio Aldón, histórico utillero y símbolo de nuestro Club, acaecido en Sevilla el 1 de Julio de 2025, a la edad de 94 años.

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Nacido en el campo del Patronato el 24 de Marzo de 1931, su vida siempre estuvo ligada al Betis. Hijo del mítico Antonio Tenorio Rodrigo, poderoso defensa que vistió la camiseta verdiblanca de 1922 a 1932, se trasladó como el resto de su familia al Stadium de la Exposición cuando su progenitor pasó a desempeñar las tareas de conserje y encargado del campo.

Desde entonces, tuvo cada mañana un amanecer verdiblanco y a través de sus recuerdos fue posible que distintas generaciones de béticos conocieran la historia y la esencia del Club desde los tiempos más remotos.

Vivió la guerra entre los soldados italianos que ocuparon el destartalado recinto deportivo y, como todos los Tenorio, se afanó en subir hasta lo más alto de las tribunas las camisetas y las botas de los jugadores cuando llegó a Heliópolis la devastadora riada de 1948.

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Inquilino permanente del estadio, primero en el Gol Norte y, posteriormente, en la casita de Gol Sur que terminó heredando de su padre, sus últimos años, tras la demolición de dicha tribuna en 2017, los pasó, junto a su hermana Amparo, en una vivienda de la Ciudad Deportiva Luis del Sol justo frente por frente al campo uno. 

A principios de la década de los 50 comenzó a trabajar como utillero en los equipos juveniles del Real Betis y a partir de 1973 se hizo cargo de dicho quehacer en el primer equipo, tras la jubilación de su anterior responsable, el también legendario ex jugador bético Adolfito.

En 1980, y como claro ejemplo de lo que significó su apellido, su padre, Antonio Tenorio, el luchador impenitente que fue cobrando casa por casa las cuotas de los socios en los tiempos heroicos de la resistencia en Tercera División, se negó a abandonar su vivienda en el interior del estadio cuando se procedió a la voladura de las tribunas de Fondo y Preferencia. Le dijo a Juan Mauduit, el presidente en aquellos entonces, que sólo saldría del Villamarín camino del cementerio y sus deseos hubieron de ser tenidos en cuenta.

De una estirpe así venía Alberto Tenorio Aldón y por eso fue un símbolo del Betis eterno, un superviviente privilegiado de ese sentimiento verdiblanco que resistió todos los embates de la historia y siempre fue capaz de superar las dificultades que le planteó el destino.

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Cachazudo y sentencioso, dueño de sus silencios, sarcástico y mordaz, ejerció en todo momento como guía moral de los entrenadores y futbolistas que iban sumándose a la causa bética. Explicaba sin rodeos los mandamientos de Heliópolis y en aquel microcosmos del vestuario todo el mundo sabía que era mucho más que el encargado del material. 

Era, sencillamente, la voz ancestral de los profetas, como Pepe Valera, el entrenador que fue padre de la cantera (mister Valera, como lo llamaba, y al que adoró por encima de todos), de Luis del Sol, el mejor, decía, que vio jugar nunca o de Quino y Rogelio.

Los entrenadores que hicieron miles de kilómetros con él no sólo lo escucharon y le pidieron consejo, sino que lo quisieron con verdadero sentimiento. Y los jugadores jamás lo olvidaron. Todo el que volvía a Sevilla tras años de ausencia, por el primero que preguntaba era por Alberto.

Es un dolor que hace tiempo que ya no fuera el que fue, ni siquiera el que en sus últimos años recorría parsimoniosamente el barrio de Heliópolis apoyado en su andador. Quizá su último gran recuerdo fue el de aquella tarde de octubre de 2017 cuando los muchachos de la grada de animación de Gol Sur desplegaron una pancarta que rezaba: “Alberto Tenorio, guardián de Gol Sur”. Justo lo que había sido. Pero no sólo de aquella tribuna, sino del Betis entero.

El estadio se vino abajo con el homenaje y Alberto estuvo en el antepalco sentado en una silla de ruedas, con su gorra y su bastón. Como reconocimiento a ese trozo de Betis que se refugiaba en los pliegues de Heliópolis para estar cerca de los símbolos, siempre verdiblancos, que hay que preservar de los peligros cotidianos.

Su apostolado, ahora, comienza en el cuarto anillo.

Nuestro más sincero pésame a sus familiares.

Descanse en paz Alberto Tenorio Aldón.

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