martes, 6 mayo 2025

El arzobispo de Sevilla presidió la función principal de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Córdoba

El pasado domingo 4 de mayo, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, presidió la función principal de instituto de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Córdoba. Durante la Eucaristía celebrada en la real iglesia San Pablo de esta provincia andaluza, los hermanos de la corporación filial de la Blanca Paloma renovaron su protestación de fe. “No es una formalidad ritual. Es una confesión solemne, pública y libre de vuestra fe católica, apostólica y romana. Una fe que habéis recibido en el bautismo y que hoy reafirmáis, con conciencia renovada, como hermanos que peregrinan a la casa de la Madre, como cristianos que caminan juntos hacia la Jerusalén celeste”, subrayó el arzobispo de Sevilla durante su homilía.

El pasado domingo 4 de mayo, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, presidió la función principal de instituto de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Córdoba. Durante la Eucaristía celebrada en la real iglesia San Pablo de esta provincia andaluza, los hermanos de la corporación filial de la Blanca Paloma renovaron su protestación de fe. “No es una formalidad ritual. Es una confesión solemne, pública y libre de vuestra fe católica, apostólica y romana. Una fe que habéis recibido en el bautismo y que hoy reafirmáis, con conciencia renovada, como hermanos que peregrinan a la casa de la Madre, como cristianos que caminan juntos hacia la Jerusalén celeste”, subrayó el arzobispo de Sevilla durante su homilía.

“La protestación es, a la vez, un acto de fidelidad y de responsabilidad. Fidelidad al Evangelio de Jesucristo, a la Iglesia, a sus pastores. Responsabilidad de vivir como verdaderos testigos del Resucitado en medio del mundo, en vuestra ciudad, en vuestras familias, en vuestra Hermandad, en el Rocío y en Córdoba”.

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Don José Ángel exhortó a los presentes a “proclamar con claridad lo que creéis”. Dijo que “en un tiempo de confusión espiritual y relativismo moral, no temáis no temáis afirmar que Cristo ha resucitado y que vive. No temáis proclamar vuestra pertenencia a la Iglesia. No temáis vivir vuestra fe con alegría, con humildad, con coherencia”.

Hijos de María

Sobre la devoción mariana explicó que “María no es una meta en sí misma, sino el camino más perfecto que nos conduce a Cristo. Ella es la gran creyente, la mujer pascual, la primera discípula, la que estuvo junto a la cruz y fue testigo del Resucitado. Por eso, cuando la veneramos, cuando la invocamos como Rocío del alma, estamos proclamando que creemos en la vida nueva que Dios ha traído al mundo”.

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