San Jerónimo es el nombre de un barrio sevillano, que conserva un humilladero levantado en los tiempos de los Reyes Católicos, construido en piedra y de estilo gótico mudéjar. Su origen está vinculado a la Reconquista. Pasados los siglos, se dedicó a San Onofre, un eremita del siglo IV, que da nombre a la capilla de la Plaza Nueva, donde se encuentra la Adoración Eucarística Perpetua, abierta día y noche, para que cualquier persona pueda adorar a Jesús vivo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Junto al templete de San Jerónimo edificaron una casa, que fue venta durante mucho tiempo. A comienzos del siglo XX, en el año 1914, se hicieron obras liberando el templete, que entonces estaba vacío, sin imagen. Se colocó en su interior una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, en hierro fundido y pintado de negro, donado por el prócer sevillano Miguel Sánchez Dalp, propietario de estas tierras, quien costeó también la restauración del templete.
Años después, levantaron un apeadero del ferrocarril a poca distancia, y el tren pasa a escasos metros del lugar, con lo que los viajeros también pueden ver la imagen del Corazón de Jesús. Jesucristo está representado vestido con túnica y cubierto con amplio manto, con abundantes pliegues, destacando la mano derecha levantada bendiciendo y la mano izquierda sujetando el manto y señalando el corazón, visible sobre la túnica, en el pecho. La cabeza mira al frente quedando el rostro enmarcado por larga cabellera y barba.
Es frecuente encontrar a los pies de la imagen velas de ofrenda y flores, expresión de la devoción popular. De esta manera, todo el que se acerca al antiguo humilladero, tiene la oportunidad de contemplar esta imagen y recordar que Dios tiene corazón y que quiere que vivamos cerca de su amor.
Federico Jiménez de Cisneros
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