Nuestros orígenes como Congregación de Misioneras de Acción Parroquial, son “humildes y sencillos, como el evangélico grano de mostaza”. Desde estas líneas, y respondiendo a la invitación que se nos hizo desde CONFER, queremos hacer partícipes a nuestra querida Archidiócesis de Sevilla, de este don que llevamos en frágiles vasijas de barro, es verdad, pero que queremos abrir, presentar, y ofrecer a todas y cada una de las personas con quienes nos relacionamos cada día y en nuestro ministerio y trabajo parroquial.


Nuestra congregación brotó dentro de un marco determinado: la posguerra (Guerra Civil española). En este ambiente de escasez, dolor físico y moral, destrucción y muerte, nueve jóvenes que llevaban en sus entrañas el amor a los grandes ideales, deciden dejarlo todo para embarcarse en la gran aventura de fundar una congregación religiosa, dando así rienda suelta a sus deseos de consagrarse enteramente al Señor, siempre alentadas por su párroco quien, con fina intuición, fue animando la llama que nacía llena de vigor en este grupo de jóvenes, generosas, valientes y audaces.
Nuestros fundadores: don Luciano (obispo por aquel entonces de Segovia) y Madre Inmaculada (una de las nueve jóvenes de este primer grupo de misioneras)
¿Cómo era don Luciano? Hombre de oración, amor tierno y filial a María y cuyo lema en el episcopado era: “Dar la vida por sus ovejas”. A los sacerdotes les decía: “Vuestra preocupación principal debe ser la atención a las parroquias, cuya vida debemos enriquecer para que sean focos de vida espiritual y pastoral”.
¿Y Madre Inmaculada? Ella fue la mujer providencial, e imprescindible en los orígenes de nuestra congregación. Ella, acunó en su joven corazón el cariño de Dios y se olvidó de todo para seguir el proyecto que Dios tenía trazado sobre ella, sin saber a donde la podría conducir. Era una mujer fuerte, y luchadora que no se dejó llevar ante las dificultades que a lo largo de su vida tuvo que enfrentar.
Las características de nuestro carisma se resumen en dar testimonio ante el pueblo de vida evangélica; vivir el ministerio en la comunidad parroquial; tener un sentido profundo de Iglesia, de comunión y participación; y fomentar la acción laical cristiana.
Como mujeres con corazón universal y manos extendidas, cruzamos fronteras y crecemos a lo largo y ancho de la geografía. Nos encontramos en España, Angola, Brasil, Chile, México, Venezuela y Mozambique.
Aquí en la Archidiócesis de Sevilla nos encontramos en: Alcalá de Guadaíra y en Villanueva del Río y Minas, desde donde atendemos Villanueva, Alcolea Y Guadajoz.
Queremos y deseamos ser en todos estos lugares las manos que acogen, consuelan, curan, sostienen y evangelizan. Como discípulas de Jesús, queremos también continuar en la Iglesia su estilo de vida y misión apostólica.
Pedimos a nuestra Madre María Mediadora que siga manteniendo entre sus manos nuestra fidelidad a Dios, a la Iglesia y a la congregación.



