La celebración jubilar de las hermandades ha servido para que los cofrades sevillanos ganen el jubileo y, entre otras cosas, para que se recupere la nave del Crucero de la Catedral como espacio celebrativo en la seo hispalense. El altar se situó delante del monumento a Cristóbal Colón y, delante de él, la Esperanza de Triana entronizada en su paso de palio. Con este marco, los cofrades de la capital y de los consejos locales del resto de la Archidiócesis acudieron a la cita de la Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradías, que dirige el sacerdote Marcelino Manzano, en una jornada cargada de matices, que empezó con la llegada del palio trianero a la Catedral pasado el mediodía.


«El jubileo nos invita a la conversión»
Antes, su su homilía, el arzobispo destacó que la presencia de los cofrades en el templo catedralicio, «portando la fe y la devoción de vuestros barrios, parroquias y pueblos, es una imagen viva de la Iglesia que camina unida hacia la casa del Padre”. Recordó que el año jubilar es «un don extraordinario que la Iglesia ofrece a sus hijos. El jubileo -apuntó- nos invita a la conversión, a la renovación interior, al perdón y a la misericordia. Es un año de gracia en el que se nos ofrece la indulgencia plenaria, signo sacramental de la misericordia de Dios que borra nuestras culpas y nos fortalece en el camino de la fe”.


Terminó sus referencias al ámbito cofrade pidiendo a los cofrades que sean “testigos de Cristo desde la humildad, que vuestras procesiones sean auténticas manifestaciones de fe, que nunca se conviertan en meras expresiones artísticas o culturales; que el testimonio de vuestra vida brille por su coherencia con el Evangelio”.
La Esperanza de Triana «ha marcado la fe de generaciones enteras de sevillanos


GALERÍA fotográfica del acto



