jueves, 9 octubre 2025

II Encuentro Diocesano de la Familia de Emaús en Sevilla

Más de un millar de personas se congregaron la noche del pasado miércoles 8 de octubre en la Catedral de Sevilla para participar del II Encuentro Diocesano de la familia de Emaús, Effetá y Bartimeo de la Archidiócesis hispalense.

Más de un millar de personas se congregaron la noche del pasado miércoles 8 de octubre en la Catedral de Sevilla para participar del II Encuentro Diocesano de la familia de Emaús, Effetá y Bartimeo de la Archidiócesis hispalense.

II Encuentro Diocesano de la Familia de Emaús en SevillaEl encuentro se celebró en el trascoro del templo metropolitano y consistió en una meditación impartida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, sobre «La llamada a la santidad». Seguidamente, los asistentes pudieron adorar a Jesús Sacramentado y dedicar tiempo a la oración personal.

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La santidad es la «perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral», destacó monseñor Saiz Meneses, al inicio de su disertación.  “No cabe otra perspectiva como ideal para todo cristiano que la de plantearse la perfección, la santidad, y, en consecuencia, ésta es la única perspectiva posible en la pastoral juvenil. El cristiano no puede refugiarse en las limitaciones personales o en las dificultades ambientales y tampoco en la idea de que se trata de una gracia reservada a unos pocos privilegiados. La llamada a la santidad concierne a todos los bautizados”.

Resaltó que “la santidad es sobrenatural y excede la posibilidad humana de ser y de obrar”.  En esta línea dijo que “el Padre santifica en Cristo, por la comunicación del Espíritu Santo. Es Dios quien tiene la iniciativa y ofrece incesantemente los medios para crecer en la vida cristiana”. Animó Por nuestra parte, no cabe otra posibilidad que acoger el don y responder con generosidad desde la confianza en la misericordia de Dios”.

Durante su alocución abordó también la primacía de la gracia “como el principio teológico esencial”.

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Decálogo para el cristiano hoy

Don José Ángel alertó sobre las consecuencias de la sociedad “cada vez más secularizada, fragmentada y líquida, tal como hemos visto”. Al respecto, enumeró algunos aspectos “que vienen a ser como líneas de fuerza en su espiritualidad, en su formación y en su compromiso activo en medio del mundo”.

  • Profunda espiritualidad: “El cristiano del siglo XXI ha de tener una profunda espiritualidad. Ha de distinguirse por una vida de oración intensa, que se alimenta fundamentalmente de la Palabra de Dios y de los sacramentos”.
  • Pertenencia y amor a la Iglesia: “La incorporación a la Iglesia se realiza por el Bautismo, que es como la puerta; a su vez, la Eucaristía es la raíz, el centro de la vida del cristiano y de la Iglesia. El joven cristiano ha de tener conciencia clara de su pertenencia a la Iglesia, ha de amar y defender a la Iglesia con pasión de hijo, y ha de recorrer su camino de vida cristiana desde la unión inseparable a Cristo y a la Iglesia”.
  • Sólida formación: “En ese camino de descubrimiento y vivencia de la propia vocación y misión, es muy importante que se preparen para afrontar la realidad y para transformar la sociedad según la voluntad de Dios”.
  • Acción apostólica: “Los cristianos en este mundo, en el momento presente han de ser los evangelizadores de sus contemporáneos, viviendo en medio de ellos, en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, implicados en sus diferentes ocupaciones: estudiando, trabajando, estableciendo relaciones de amistad, y también culturales, profesionales, sociales
  • Acompañamiento espiritual: “El camino de relación personal con Dios y de desarrollo de la vida cristiana en la Iglesia y en el mundo difícilmente se puede recorrer en solitario, individualmente, sin la ayuda de la comunidad y de alguna persona más experimentada que pueda acompañar y ayudar en los momentos de discernimiento, a la hora de tomar decisiones. Por eso resulta imprescindible contar con la ayuda de un sacerdote, o un religioso, o un laico preparado para estos menesteres, que vayan ayudando a resolver los problemas, a despejar las dudas, a adquirir criterios rectos y a formarse doctrinalmente.
  • Consistencia personal: “En medio de una sociedad líquida, el cristiano ha de ser un sujeto consistente y firme. La persona consistente es la que integra con coherencia los diferentes elementos que componen su vida. Para llegar a vivir con firmeza, con consistencia, es necesario fundamentar la vida en Dios, y ese camino que a una existencia en verdad y en humildad, en definitiva, a una existencia realista”.
  • Alegría: “Desde la experiencia del amor de Dios que genera un gozo inefable, el cristiano se ha de convertir en mensajero de alegría, en testigo de la alegría, que trasmite a los demás la alegría de haber encontrado a Cristo”.
  • Un estilo de vida austero: “La opción del cristiano por la austeridad, más aún, por la pobreza se inspira en el mismo Cristo, que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros. Él quiso que sus compañeros y colaboradores también vivieran pobremente, y más aún, rompiendo los esquemas de su época y de todas las épocas, declara felices, bienaventurados a los pobres (cf. Mt 5, 3). La clave para entender esta bienaventuranza se encuentra en la confianza. El ser humano tiene necesidad de seguridad, sobre todo respecto al futuro; y el peligro consiste en poner toda la confianza en la riqueza, ya sea material, cultural, afectiva, espiritual, cuando la seguridad fundamental sólo está en Dios, y en él hay que poner la confianza principal”.
  • Solidario con el sufrimiento humano: “La acción caritativa y social de la Iglesia y de cada cristiano no es una simple organización de ayuda al necesitado. En el fondo, se trata de la experiencia del amor de Dios que produce un nuevo modo de vivir como personas y como cristianos, una generosidad que nace del encuentro con Cristo en la propia vida, que mueve a ayudar a los demás”.
  • Testigos de Jesucristo en la sociedad del siglo XXI: “El cristiano vive su dimensión martirial a través del testimonio de fe, a través del compromiso de la evangelización, a través de un testimonio de vida que se ofrece con el impulso de los orígenes, con un ardor renovado, en los areópagos del mundo moderno”.

II Encuentro Diocesano de la Familia de Emaús en SevillaNuevo equipo

El sacerdote Antonio Guerra, párroco del Corpus Christi y coordinador de los retiros de Emaús en Sevilla ha informado que el nuevo equipo de laicos que le ayudará en la organización y logística de los retiros los próximos tres años, está conformado por Tino Mackenlay (Emaús hombre de la Parroquia de San Juan Pablo II), María del Mar Amaya (Emaús mujeres de la Parroquia del Espíritu Santo), Baldomero Montero (Effetá de la Parroquia San Antón) y  Jaime Flores (Bartimeo de la Parroquia del Corpus Christi).

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Galería de la celebración 

Información relacionada: Antonio Guerra: “Los retiros de Emaús son iniciativa y obra del Espíritu Santo”

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