lunes, 1 septiembre 2025

¿Cannabis contra el insomnio?

Steve Ikeguchi/Shutterstock Guillermo López Lluch, Universidad Pablo de Olavide El cannabis o cáñamo es conocido por sus efectos sobre el sistema nervioso. Ahora, un estudio publicado por el investigador Arushika Aggarwal y colaboradores en la revista científica Plos Mental Health analiza su uso en el tratamiento del insomnio. El trabajo se basa en información proveniente
Steve Ikeguchi/Shutterstock

Guillermo López Lluch, Universidad Pablo de Olavide

El cannabis o cáñamo es conocido por sus efectos sobre el sistema nervioso. Ahora, un estudio publicado por el investigador Arushika Aggarwal y colaboradores en la revista científica Plos Mental Health analiza su uso en el tratamiento del insomnio.

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El trabajo se basa en información proveniente del Registro Médico sobre el Cannabis de Reino Unido. Concretamente, en datos de personas que fueron tratadas con productos derivados de Cannabis sativa y que respondieron a una serie de encuestas para determinar su efecto sobre la calidad del sueño, la ansiedad, hábitos de vida o estado de salud general.

Aunque el uso de productos de esta planta –como el hachís o la marihuana– en el tratamiento del insomnio puede llamar la atención, los resultados del estudio en sí son poco prometedores y muestran problemas en el uso de estos compuestos. El más evidente es el desarrollo de tolerancia por parte del sistema nervioso, o lo que es lo mismo, un descenso en la sensibilidad de las células frente a las moléculas activas del cannabis.

Compuestos activos del cannabis

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Para entender el efecto en humanos de compuestos farmacológicos provenientes de otros organismos como bacterias, hongos, plantas u otros animales debemos tener en cuenta la relación entre un compuesto y su receptor.

Nuestras células expresan receptores para los compuestos derivados del cannabis conocidos como cannabinoides. El receptor presente en las células del sistema nervioso es el CB1R, mientras que el CB2R está asociado con el sistema inmunitario.

La anandamida, nuestro propio cannabinoide

Estos receptores existen porque nuestro organismo ya produce un compuesto de la familia de los cannabinoides llamado anandamida. La anandamida es un neurotransmisor, es decir, transmite señales entre las neuronas, y lo producen nuestras células. Es nuestro cannabinoide endógeno.

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Entre otras funciones, anandamida regula el estado de ánimo, la memoria y la percepción del dolor, y actúa como un vasodilatador.

Aunque nuestro cuerpo sintetiza anandamida de forma natural, también la podemos obtener a partir de algunos nutrientes como el chocolate, la trufa negra, los erizos de mar y las huevas de algunos peces. Tal vez por ella y otros compuestos que encontramos en el chocolate nos resulta tan placentero y relajante tomarlo.

El THC y el sistema nervioso

Los componentes activos del cannabis son el cannabidiol o CBD y el delta⁹-tetrahidrocannabinol o THC.

De los dos, el THC es el que presenta mayor actividad psicoactiva, ya que activa el receptor CB1R. El CBD parece actuar como inhibidor, aunque puede incrementar los niveles de anandamida, produciendo un efecto paradójico, inhibiendo al receptor a la vez que aumenta los niveles del estimulador natural al inhibir su degradación. Por tanto, el CBD nos relajaría porque su efecto inhibidor sobre el receptor quedaría anulado por el aumento de la anandamida.

Tolerancia, la base de la dependencia

Aunque se ha discutido mucho sobre la dependencia de los cannabinoides, lo cierto es que también inducen tolerancia, es decir, una disminución de la sensibilidad de las células a los cannabinoides que se agrava con el paso del tiempo. Este efecto genera que sea necesaria una mayor cantidad de compuesto para producir el mismo efecto; la clave de la drogodependencia.

El trabajo recién publicado muestra claramente este aumento en la tolerancia. En todos los cuestionarios utilizados con la población de estudio se observó un efecto mayor de los cannabinoides tras un mes de tratamiento, que fue reduciéndose hasta alcanzar niveles previos al tratamiento a los 18 meses. Es decir, al final del estudio la percepción de los participantes fue la misma que antes del tratamiento pese a haber estado tomando los compuestos durante este tiempo y pese a haber aumentado la dosis.

Aunque los autores tratan de explicar este proceso por un posible efecto placebo o por un número limitado de participantes, un total de 124, no se puede descartar el efecto debido a la tolerancia. De hecho, ellos mismos afirman que no se puede descartar.

Bases moleculares de la tolerancia a los fármacos

Cualquiera que dependa de algún fármaco de forma crónica puede darse cuenta de que su cuerpo genera tolerancia. En especial, en los casos de tratamientos con ansiolíticos o analgésicos. Las células necesitan de estímulos para poder actuar de manera coordinada a lo que ocurre en el resto del cuerpo. Estos estímulos dependen de la activación de sus receptores.

Las neuronas necesitan de neurotransmisores para enviar sus señales a otras neuronas u órganos. Los receptores de estos neurotransmisores pueden ser estimulados por sustancias, como los compuestos del cannabis, similares a las que se encuentran naturalmente en nuestro cerebro, pero pueden sufrir modificaciones si la señal es intensa o duradera.

Una de estas modificaciones es la insensibilidad de los receptores o la reducción de estos frente a un estímulo continuo e intenso. Es lo que conocemos como tolerancia por disminución del receptor. Esta tolerancia es muy conocida en el caso de los opioides y es el principio de la narcodependencia a estos. Las células reducen la cantidad de receptores ya que el estímulo es anormalmente alto, de manera que para producir una misma señal y, por tanto, el mismo efecto, necesitan cada vez de más estímulo.

Así, el cuerpo se adapta con el tiempo a los opioides y pierden eficacia, por lo que los pacientes necesitan cada vez más. Este problema se ha dado, por ejemplo, en Estados Unidos con el el exceso de consumo de oxicodona.

La investigación ahora presentada parece resaltar la idea de una posible terapia contra el insomnio en el tratamiento con productos derivados de la marihuana. No obstante, aunque al principio los participantes notaban un efecto positivo, el nulo efecto observado al final del periodo de estudio, pese al incremento en las dosis de CBD o THC, parece un claro signo de que las neuronas estaban perdiendo sensibilidad a los cannabinoides y se estaba generando dependencia.

Tal vez terapias basadas en el incremento del cannabinoide endógeno, la anandamida, serían más interesantes para tratar los problemas de sueño.

Guillermo López Lluch, Catedrático del área de Biología Celular. Investigador asociado del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Investigador en metabolismo, envejecimiento y sistemas inmunológicos y antioxidantes., Universidad Pablo de Olavide

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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