«He venido a veros con el corazón de pastor, y me voy con el alma llena de gratitud»
Con inmenso agradecimiento al Señor, deseo compartir unas líneas personales tras haber concluido recientemente la Visita Pastoral a los arciprestazgos de La Corza–Pino Montano (septiembre-diciembre de 2024) y Alcalá de Guadaíra (enero-mayo de 2025) encomendada por nuestro Arzobispo, Mons. José Ángel Saiz Meneses. En ambas zonas pastorales he tenido la dicha de recorrer, con corazón de pastor, comunidades vivas que reflejan la riqueza espiritual, la diversidad y la entrega de nuestra Iglesia diocesana.
En La Corza–Pino Montano, he encontrado una Iglesia humilde y entregada, que, aun con recursos limitados, desarrolla una intensa actividad pastoral y social. Me ha conmovido la fidelidad de los laicos en los barrios más sencillos, su generosidad callada, su alegría en el servicio. En todas las parroquias he visto cómo la creatividad, el compromiso y la oración sostienen la vida evangelizadora. También he escuchado peticiones concretas para mejorar infraestructuras, formar mejor a catequistas y acompañar más de cerca a las familias. Esta visita me confirmó que, cuando una comunidad se abre al Espíritu, florecen la fraternidad y la misión.
En Alcalá de Guadaíra, me ha edificado especialmente el testimonio de las comunidades religiosas, cuya presencia orante y misionera es un verdadero regalo para la Iglesia. Las visitas a entidades como AFAR, el Ropero Infantil del Socorro o centros de educación especial, han sido momentos de gracia en los que el Evangelio se hace carne en el servicio concreto al hermano. La colaboración entre Iglesia y sociedad civil, vivida desde el respeto y la búsqueda del bien común, ha sido también una constante significativa. Ciertamente, es un pueblo con una actividad increíble, con una piedad popular muy viva y sobre todo, con una entrega absoluta, no olvidaré cada gesto de cariño que he recibido por todos y cada uno de los alcalareños.
Ambas visitas han estado marcadas por una nota común: La esperanza. A pesar de las dificultades, del cansancio o de la rutina, he visto parroquias que no se detienen, que buscan nuevos caminos en una sociedad que avanza muy rápido, pero he vivido en primera persona cómo miran al futuro confiando en el Señor. Me he ido de cada parroquia con el alma agradecida, convencido de que el Espíritu Santo sigue obrando silenciosamente en el corazón de nuestras comunidades.
Agradezco de corazón la acogida fraterna de los párrocos, vicarios, religiosas, agentes pastorales y tantos fieles que han preparado con tanto esmero cada jornada. Vuestra labor, muchas veces escondida, edifica la Iglesia y da gloria a Dios.
Que el Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nos siga cuidando con ternura de madre; y bendiga vuestros pasos, vuestras familias y cada rincón de vuestras parroquias, hogar de todos, escuela de comunión, fuente de caridad y de santidad.
Teodoro León Muñoz
Obispo Auxiliar de Sevilla