sábado, 7 junio 2025

Investigadores andaluces patentan un tapón inteligente que controla el velo de flor en el vino

La Junta financia este dispositivo a través del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario de Andalucía (ceiA3)

Científicos de los grupos de investigación en Viticultura y Enología ‘Vitenol’ y de Instrumentación y Electrónica Industrial, ambos de la Universidad de Córdoba, han diseñado un tapón inteligente que se coloca en la barrica y envía imágenes diarias de la evolución del velo de flor que se desarrolla en la superficie del vino. Bajo este tipo de crianza biológica se producen los tradicionales generosos, como son el fino, la manzanilla o el amontillado.

El desarrollo de esta solución ha sido posible gracias a la financiación del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario de Andalucía (ceiA3), en el marco de los proyectos ‘Agromis’ e ‘Innofino’, impulsados por la Junta de Andalucía para fomentar la innovación tecnológica en el sector agroalimentario.

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Esta técnica enológica típicamente andaluza se emplea fundamentalmente en el marco de Jerez, Sanlúcar de Barrameda, Condado de Huelva y Montilla-Moriles. Su principal característica es que las botas no se llenan completamente, lo que favorece la formación de una capa de levaduras, conocida como velo de flor, que aísla el vino del oxígeno del aire, y le aporta aromas y sabores singulares. El control visual es esencial para asegurar una calidad uniforme, pero hasta ahora se sigue haciendo de forma rudimentaria por un operario que examina barrica a barrica, una o dos veces en semana.

Para facilitar la labor, el dispositivo cuya patente ha sido concedida recientemente, incorpora una pequeña cámara y un sistema de procesamiento que captura imágenes de la superficie del vino. Así, las transmite en tiempo real a una plataforma externa, desde la que el personal de la bodega puede observar el estado del velo de flor, incluso desde un teléfono móvil, sin necesidad de desplazarse ni manipular la barrica.

La innovación agilizaría la tarea en las instalaciones que usan el sistema de envejecimiento de criaderas y soleras, con diferentes alturas sobre el nivel del suelo. La solera es el nivel o escala inferior, con las botas de vino más viejo, mientras las criaderas se sitúan en las hileras superiores, desde donde se ‘trasiega’ o se va pasando gradualmente hacia abajo. “Muchas bodegas andaluzas trabajan con tres o hasta cuatro escalas, con la dificultad que supone para el operario que tiene que subir hasta la última, por lo que este sistema evitaría esos riesgos laborales“, destaca Juan Moreno, coordinador del grupo Vitenol de la Universidad de Córdoba y uno de los inventores de la herramienta.

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Juan Moreno y Eduardo Cañete, científicos de los grupos de investigación en Viticultura y Enología 'Vitenol' y de Instrumentación y Electrónica Industrial de la Universidad de Córdoba.

Juan Moreno y Eduardo Cañete, científicos de los grupos de investigación en Viticultura y Enología ‘Vitenol’ y de Instrumentación y Electrónica Industrial de la Universidad de Córdoba.

Del control visual al digital

La línea de investigación comenzó a iniciativa del profesor del Departamento de Ingeniería Electrónica de la UCO, Eduardo Cañete, quien detectó que, mientras en vinos tintos ya se aplicaban sensores para monitorizar parámetros como la merma o el color, no existía tecnología adaptada a la crianza biológica. Con la colaboración de ambos grupos, se inició el desarrollo de distintos prototipos hasta llegar al modelo patentado.

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El dispositivo aloja una cámara fija con iluminación led, protegida por un vidrio transparente de metacrilato para evitar la condensación de vapor o gases en la superficie. Las imágenes, a través de la que se pueden observar la extensión, el color y el estado general del velo de flor, se transmiten en tiempo real, mediante conexión wifi, para su visualización o procesamiento desde cualquier dispositivo electrónico.

Los inventores también han tenido en cuenta la fabricación artesanal de las barricas y el tamaño de la piquera, el orificio superior por donde se introduce o extrae el vino. “Medimos muchas para definir un diámetro mínimo que permitiera al operario, simplemente, colocar el tapón y activarlo. Además, como la crianza biológica no requiere un cierre hermético, no es necesario un ajuste perfecto”, matiza Cañete.

El sistema está equipado con sensores de humedad, temperatura y presión atmosférica, factores que influyen en el desarrollo del velo. Funciona con pilas recargables y está diseñado para ser eficiente energéticamente, ya que transmite los datos una vez al día y permanece en suspensión el resto del tiempo, para alcanzar una autonomía de hasta dos años.

Prototipo de tapón inteligente colocado en la barrica de vino.

Prototipo de tapón inteligente colocado en la barrica de vino.

Prototipo con margen de mejora

Los expertos han probado el prototipo durante varios meses en la bodega Pérez Barquero de Córdoba. “El dispositivo ha funcionado correctamente en condiciones reales, y aún puede mejorar en aspectos como el diseño exterior, para adaptarlo a la estética de un sector muy tradicional, reducir su tamaño e incorporar nuevos sensores de bajo coste que permitan analizar otros parámetros enológicos”, apunta el profesor del Departamento de Ingeniería Electrónica de la UCO.

La herramienta envía información una vez al día, pero los datos se almacenan y pueden procesarse para establecer protocolos de seguimiento o detectar anomalías. “A medida que se recopile un volumen significativo de imágenes y mediciones, se generará un banco de datos valioso. Sobre esa base, será posible aplicar algoritmos de inteligencia artificial o técnicas de reconocimiento de imagen que ayuden a identificar patrones, prever cómo se va a desarrollar el velo de flor o establecer sistemas de alerta”, subraya Moreno.

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