miércoles, 21 mayo 2025

Eucaristía en la Basílica San Pablo Extramuros

Los peregrinos de Sevilla visitaron la cuarta basílica mayor de Roma: San Pablo Extramuros, para celebrar una Eucaristía jubilar presidida por el arzobispo hispalense, monseñor José Ángel Saiz Meneses, la mañana del sábado 17 de mayo.

Los peregrinos de Sevilla visitaron la cuarta basílica mayor de Roma: San Pablo Extramuros, para celebrar una Eucaristía jubilar presidida por el arzobispo hispalense, monseñor José Ángel Saiz Meneses, la mañana del sábado 17 de mayo.

Durante su homilía, monseñor Saiz Meneses se refirió al histórico templo “como la majestuosa basílica de San Pablo Extramuros, uno de los lugares más sagrados de la cristiandad, en el corazón mismo de la Iglesia universal”.

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Eucaristía en la Basílica San Pablo ExtramurosRefiriéndose al Jubileo “Peregrinos de Esperanza”, convocado por el papa Francisco, dijo que “es un tiempo de conversión y de alegría. De conversión, porque nos invita a volver al Señor con corazón sincero. De alegría, porque Dios nos ofrece el perdón, nos acoge como hijos, nos envía como testigos”. Don José Ángel tuvo también un recuerdo para el papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril.  “El papa Francisco, cuyo recuerdo sigue vivo en toda la Iglesia, nos decía que el Jubileo es un momento favorable para redescubrir la alegría del Evangelio y salir al encuentro de los hermanos con misericordia y compasión”.

“Venimos a Roma como peregrinos, no como turistas. Venimos con los pies cansados, pero con el alma abierta. Venimos con nuestras imágenes titulares, el Santísimo Cristo de la Expiración (Sevilla), María Santísima de la Esperanza (Málaga) no como obras de arte, sino como signos de una fe encarnada, sufriente, esperanzada”.

El arzobispo de Sevilla añadió que la peregrinación que realiza la Archidiócesis de Sevilla “es expresión de comunión”. En esta basílica, donde descansa el Apóstol de las Gentes, “Pablo nos recuerda que la fe no se puede guardar para uno mismo. Que hemos sido enviados. Que no podemos callar. Que el mundo necesita testigos, no funcionarios; misioneros, no turistas espirituales. En sus palabras resuena aún hoy la urgencia de anunciar a Cristo: “¡Ay de mí si no evangelizara!”.

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Galería de la Eucaristía 

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