La Basílica de San Juan de Letrán (Roma) ha acogido la tarde de hoy, festividad de San Matías apóstol, la Eucaristía con los peregrinos sevillanos que participan esta semana en el Jubileo de las Cofradías. La Misa ha sido presidida por el arzobispo hispalense, monseñor José Ángel Saiz Meneses.
“Con profunda emoción y gratitud nos encontramos hoy aquí, en la madre de todas las iglesias del mundo, la basílica de San Juan de Letrán, catedral del Papa como obispo de Roma. Venimos como peregrinos desde Sevilla, desde nuestras parroquias, hermandades y cofradías, convocados por este Jubileo de la Esperanza que el papa Francisco ha querido regalar a la Iglesia. Y lo hacemos en comunión con toda la Iglesia universal, y especialmente con el Santo Padre, sucesor de Pedro, piedra sobre la que Cristo ha edificado su Iglesia”, ha subrayado el obispo en su homilía.
La misa ha sido concelebrada por los obispo auxiliares, monseñor Teodoro León y monseñor Ramón Valdivia, el delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Marcelino Manzano y el delegado de Peregrinaciones y responsable para el Jubileo en Sevilla, Manuel Soria.
Durante su alocución, el arzobispo de Sevilla se refirió a la inminente gran procesión que se celebrará por las calles de Roma con las imágenes del Santísimo Cristo de la Expiración (Sevilla) y María Santísima de la Esperanza (Málaga).
“La gran procesión en la que participaremos estos días es mucho más que un acto externo o un despliegue estético. Es una verdadera catequesis itinerante, un testimonio de fe encarnada, una proclamación pública de la esperanza cristiana. Al recorrer con nuestras imágenes los antiguos lugares del martirio, como el Coliseo, y avanzar hacia el Circo Máximo, nos unimos simbólicamente a la larga procesión de los mártires, a aquellos que han dado su vida por Cristo a lo largo de los siglos. Los pasos procesionales son, en cierto modo, relicarios del Evangelio: portan no huesos, sino imágenes que nos remiten al misterio de la redención”.
Por tanto, “el Cachorro, el Cristo de la Expiración, que presidirá este itinerario, nos muestra al Crucificado en el momento en que entrega su espíritu. Su cabeza alzada, sus labios entreabiertos, su rostro extenuado, son como un grito silencioso que clama desde la cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Don José Ángel ha destacado que “este Cristo nos interpela y nos sostiene. Él conoce nuestras fatigas, nuestras dudas, nuestras caídas. Él ha cargado con nuestras cruces, ha sufrido nuestras heridas, ha experimentado nuestra soledad. Pero su cruz es árbol de vida. Su expiración es principio de la Iglesia. Y su mirada, elevada hacia el cielo, es una invitación a levantar los ojos, a mirar más allá, a vivir con esperanza”.
Puerta santa
Los peregrinos han atravesado la Puerta Santa de la Basílica de San Juan de Letrán al inicio de la Eucaristía para ganar así el Jubileo.
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