sábado, 19 abril 2025

Jueves Santo y caridad

Cuando era niño, siempre me llamaron la atención las mesas petitorias de Cáritas. El Jueves Santo había por toda la ciudad gente con huchas, pegatinas y pines con el logo de Cáritas que colocábamos en el ojal de la solapa de nuestras chaquetas estrenadas el Domingo de Ramos. ¡Cómo deseaba llevar la hucha y regalar pegatinas y pines! Ya, adulto, me incorporé al equipo de Cáritas de mi parroquia. Las costumbres y gestos han cambiado pero cada Jueves Santo, Día del Amor Fraterno, se renueva en mí el deseo de compartir con los hermanos el amor incondicional de Jesús sacramentado.

Cuando era niño, siempre me llamaron la atención las mesas petitorias de Cáritas. El Jueves Santo había por toda la ciudad gente con huchas, pegatinas y pines con el logo de Cáritas que colocábamos en el ojal de la solapa de nuestras chaquetas estrenadas el Domingo de Ramos. ¡Cómo deseaba llevar la hucha y regalar pegatinas y pines! Ya, adulto, me incorporé al equipo de Cáritas de mi parroquia. Las costumbres y gestos han cambiado pero cada Jueves Santo, Día del Amor Fraterno, se renueva en mí el deseo de compartir con los hermanos el amor incondicional de Jesús sacramentado.

En la celebración litúrgica del Jueves Santo destacamos el Cenáculo, institución de la Eucaristía, y el lavatorio de pies.

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La Eucaristía sostiene y transforma toda la vida del seguidor de Jesús. Es la expresión máxima del amor de Dios, viático para nuestro diario caminar en la convivencia familiar, en el trabajo, en nuestra comunidad parroquial, en nuestras fiestas y celebraciones… Y estamos alegres porque Él es la esperanza que no defrauda y nos constituye en esperanza para los otros, especialmente los más pobres, sus preferidos.

Nos decía Benedicto XVI que “la mística del sacramento tiene un carácter social, porque en la comunión sacramental yo quedo unido al Señor, con todos los demás que comulgan… La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega” (DCE, 14).

Jueves Santo y caridadEste año del Jubileo de la Esperanza instituido por el papa Francisco, cobra especial significado dicho carácter social, que se concreta en la acción  personal y comunitaria a través de Cáritas, expresión organizada de la caridad en la vida de la Iglesia. Ninguna comunidad sin Cáritas, ninguna Cáritas sin comunidad, donde se pone en el centro a la persona y su dignidad emanada de ser hijos de un mismo Padre y, por tanto, hermanos en Cristo, sin distinción de ningún tipo. Si hacemos alguna distinción es la que nos muestra Jesús y su evangelio, buena noticia para los pobres, para los marginados, para los invisibles, para los aparcados en las cunetas de la carretera del consumismo, del éxito y del poder. Transitemos por las periferias como peregrinos de la esperanza, portadores de la Buena Noticia.

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En nuestra Iglesia de Sevilla hemos de significar las numerosas  iniciativas y obras  de carácter caritativo y social: las diputaciones de caridad de nuestras hermandades, institutos de vida consagrada, movimientos laicales, etc., que ponen en valor el amor, la solidaridad y la justicia social.

Y ¡Jesús lavó los pies a sus discípulos!  ¿Cómo puede ser este el mesías? Pedro no lo entiende, solo cuando Jesús le dice que si no accede, no tendrá parte con él, entonces es cuando no puede soportar sentirse separado de quien es la suprema bondad, el supremo amor. “Si, pues, Yo, el Señor y Maestro lavé vuestros pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Porque ejemplo os di para que, así como Yo hice con vosotros, también vosotros hagáis “. (Juan 13, 14-15). Amar es servir. No hay amor si no se aprende a conjugar el verbo servir.

No se nos puede olvidar que participar en la Eucaristía pasa necesariamente por lavar los pies a los demás. “Una Eucaristía que no comporte un ejercicio concreto del amor es fragmentaria en sí misma” (DCE, 14). El amor y servicio a los pobres es el indicador de la autenticidad de nuestras eucaristías.

Actualicemos en este Jueves Santo del año jubilar el mandamiento de amar a Dios y al prójimo como a uno mismo.

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Nicolás Martínez Conde

Cáritas Parroquial de San José y Santa María

 

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