miércoles, 2 abril 2025

Una jornada analiza los avances en medicina aeroespacial en la US

Expertos universitarios y del Ejército del Aire y el Espacio repasan la actualidad y los retos del sector

La Universidad de Sevilla y la Asociación Tablada Centenaria han celebrado este lunes 31 de marzo la I Jornada de Medicina Aeroespacial. El evento, que se ha desarrollado en el Paraninfo de la US, ha contado con la participación de diferentes expertos tanto del Ejercito del Aire y del Espacio  como de la Universidad de Sevilla y la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, que han compartido su visión de la evolución y estado de la Medicina Aeroespacial en España, abordando tanto los estudios que se están desarrollando actualmente como los retos que debe afrontar en el sector en el futuro.

Tras la sesión inaugural, Beatriz Puente Espada, Coronel Directora del Centro de Instrucción de
Medicina Aeroespacial del Ejército del Aire y del Espacio (CIMA)
, ha presentado los comienzos y la situación actual de la medicina aeroespacial en España. CIMA trabaja en la evaluación médica del personal de vuelo, tanto civil como militar. Al mismo tiempo, como Unidad de Instrucción, pretende desarrollar medidas preventivas que permitan mejorar las cualidades de dicho personal. Para el desarrollo de estas labores, que combina con la investigación y la docencia en medicina y fisiopatología aeronáutica, CIMA colabora con las Universidades y empresas punteras en el desarrollo tecnológico.  Según ha resumido la coronel Puente, “nuestra razón de ser es prevenir accidentes”.

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La siguiente ponencia ha estado a cargo de Sonia García-Mecerreyes Morales, psicóloga aeronáutica civil y militar, que ha abordado la evaluación de las funciones ejecutivas en pilotos de Eurofighter. En este sentido, ha explicado como, desde la psicología aeronáutica, se trabaja para comprender y evaluar el comportamiento humano en operaciones de vuelo. Según ha destacado en su intervención, “la tecnología va a una velocidad muy grande, pero el ser humano sigue teniendo las mismas capacidades”. Por ello, es necesario conocer cómo el personal de vuelo procesa toda la información que recibe en el transcurso de sus operaciones. Además, García-Mecerreyes, que actualmente realiza su tesis doctoral en la Universidad de Sevilla, ha querido agradecer al profesor David Saldaña, decano de la Facultad de Psicología de la US, su apuesta por desarrollar los estudios de psicología aeronáutica en Sevilla.

Las doctoras Carmen Peco Arregui. jefa de la División de Medicina Aeronáutica de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, y Teresa Martín Polo, médico asesor de la División de Medicina Aeronáutica de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea han detallado las pruebas médicas, requisitos y limitaciones que deben afrontar tanto pilotos civiles y militares como otro personal de vuelo para poder desarrollar su labor. Como ha subrayado Teresa Martín, son “indispensables para asegurar la seguridad operacional”.

Un caso práctico de medicina aeroespacial

El último ponente de la jornada ha sido José Luis de Augusto Gil, presidente de la Asociación Tablada Centenaria. Ingeniero Aeronáutico, piloto comercial e ingeniero de ensayos en vuelo, José Luis fue uno de los dos supervivientes del accidente del A-400M ocurrido en Sevilla el 9 de mayo de 2015, del que pronto se cumple una década. En su intervención, ha detallado tanto las secuelas médicas del siniestro como los nuevos retos que ha afrontado desde entonces para seguir desarrollando su actividad en el ámbito aeronáutico y aeroespacial y defender un sector más inclusivo.

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De Augusto, que ha manifestado considerarse “afortunado de estar aquí, a pesar de las circunstancias”, ha comenzado su exposición explicando la ‘Curva de Eiband’, que mide la probabilidad de supervivencia y la capacidad de resistencia de un cuerpo a la deceleración. En este sentido, ha recordado que, en el accidente del A-400M, los tripulantes llegaron a soportar deceleraciones de hasta 80g en algunos instantes. En su caso, esto supuso una lesión medular en la que la vértebra L1 implosionó.

Pero, convencido de que “hay que utilizar esta segunda oportunidad para hacer cosas”, desde entonces no ha parado de plantearse nuevos retos. Dos años después de su accidente, y con el apoyo de sus compañeros de Airbus, volvió a volar. Y, poco después, fundó NewWings, entidad dedicada al vuelo de aviones a motor adaptados para el uso por personas con movilidad reducida. Como él mismo subraya, “con las adaptaciones y limitaciones adecuadas”, una persona con paraplejia o con otra limitación de movilidad puede pilotar.

También participó en un proceso de la Agencia Espacial Europea (ESA) para convertirse en astronauta. A pesar de superar los exámenes psicotécnicos y psicológicos, lo rechazaron en las pruebas médicas. Por ello, su nuevo reto es conseguir que problemas de movilidad como los suyos no sean un obstáculo a la hora de acceder a puestos como estos en el sector aeroespacial. “En eso tenemos que trabajar ahora”, concluye.

 

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