El Casino de Cazalla de la Sierra acogió la mañana del pasado viernes la charla-coloquio del arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz, con el subdirector de Diario de Sevilla, Carlos Navarro, en la que el prelado sevillano pasó revista a diversos aspectos de la actualidad eclesial sevillana, deteniéndose de forma más extensa en la preparación del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular.
El acto se celebró en una localidad de la Sierra Norte de Sevilla, motivo por el que monseñor Saiz Meneses tuvo palabras para sus sacerdotes, particularmente los que ejercen su ministerio en el ámbito rural: A los curas jóvenes que están en pueblos les digo que disfruten, porque lo más bonito es ser cura de pueblo. En un pueblo -añadió- al final al sacerdote lo conoce todo el mundo y él conoce a todo el mundo, y él siente esa responsabilidad o paternidad sobre todo el pueblo. Esto es posible en un pueblo, no es una ciudad grande. Es una experiencia muy bonita, y yo disfruté mucho, aunque fue breve».
«He sido feliz»
Hubo tiempo para el recuerdo, y una valoración de las etapas más significativas de su servicio a la Iglesia y la sociedad. Reconoció que su recuerdo por todos los lugares por los que ha pasado es positivo, y resumió su trayectoria de forma categórica: «He sido feliz». Una sensación que sigue presente desde que llegó a Sevilla hace tres años: «En Sevilla no he variado un ápice mi comportamiento. Aquí actuó exactamente igual que en Tarrasa», si bien admitió que «es cierto que en Sevilla la gente es más comunicativa, más expresiva».
Se detuvo también a la ora de valorar el papel de los mayores en la sociedad, como sostén muchas veces de las familias, referentes y fuente de valores. En alusión a la carta que les dedicó a finales del pasado mes de julio, el arzobispo afirmó que la soledad no buscada es «un problema general de la sociedad occidental». Hizo también un elogio del papel de los mayores en la transmisión de la fe y pidió un aplauso para ellos: «Se merecen un reconocimiento importante, nuestros mayores nos lo han dado todo y han conseguido que vivamos en condiciones mejores que las suyas».
En un verano en el que los éxitos de los deportistas españoles están tan presentes, monseñor Saiz Meneses elogió las manifestaciones públicas del seleccionador nacional de fútbol, Luis de la Fuente, a quien conoció durante una visita a la basílica del Cachorro y de quien valoró que se ha pronunciado públicamente acerca de su fe «con una soltura, naturalidad y frescor admirables».
«Las hermandades son una realidad viva»
Ya metidos de lleno en el Congreso Internacional de Hermandades, aclaró que se dio cuenta de «la pujanza y riqueza de vida de las hermandades», y que eso fue lo que le llevó a plantear la organización de un congreso «para encontrarnos, compartir, reflexionas, ser consciente de los retos de la sociedad, dar respuesta a esos retos…» «Las hermandades son una realidad viva, hemos de analizarla y dinamizarla», añadió. En este punto subrayó la necesidad reflexionar sobre otra dimensión, la evangelizadora, «que no es una cuarta dimensión, es una dimensión transversal». Cuestionado por la posible intención de extender el modelo sevillano de religiosidad popular al resto de la Iglesia, monseñor Saiz Meneses afirmó que «hemos de crecer en autoestima, y en no tener ningún tipo de complejo porque, al final, por sus frutos los conoceréis”. Comentó las explicaciones que da en diversas instancias de la curia vaticana cuando le preguntan por las hermandades de Sevilla, de las que dijo que «tienen una presencia tremenda», y nos instó a «perder complejos y crecer en autoestima», presentando este modelo como «un formato pastoral». «¿Por qué no puede funcionar en otras diócesis?, concluyó.
Estas reflexiones sobre las hermandades llevaron al arzobispo a apartarse de quienes consideran la religiosidad popular como una manifestación menor de la fe: «Nunca ha sido una religiosidad de segunda, porque no hay segunda, tercera ni primera. La vivencia religiosa es tan personal… Antes de identificaba con la fe de las personas iletradas, eso quizás hace siglos podía pasar, pero en Sevilla, con cinco universidades, y con la riqueza histórica, artística y cultural que hay, cuando de esas hermandades forman parte abogados, economistas, médicos, trabajadores, autónomos, parados…»
Procesión de clausura y extraordinarias
El tema cofrade se cerró con la cuestión de las procesiones extraordinarias. Al respecto apuntó que ha de adaptarse y «acompañar el rebaño que me ha sido encomendado». Recordó que cuando llegó a Sevilla ya había una normativa sobre procesiones extraordinarias, «y esa es la que aplicamos». «Procuro tratar a todo el mundo igual, con la máxima equidad, y si cumplen la normativa no se puede decir que no».
«El Papa quiere sacudir la conciencia del Occidente rico»
El coloquio no dejó fuera prácticamente ningún tema: la pobreza en Sevilla, los efectos de la pandemia, la religiosidad rural, la crispación política. En relación con este último, don José Ángel mostró su deseo de que cese la crispación, «porque la vocación política es noble, pero hay que vivirla y ejercerla como lo que es, de servicio a los ciudadanos». Aquí lamentó que «parezca imposible que en política se reconozcan los aciertos del contrario».
Antes del inicio del acto, el arzobispo, acompañado del presidente del Casino de Cazalla, Antonio Jesús Rosendo, descubrió una placa conmemorativa de la visita, coincidente con el 124 aniversario d ela institución. Además, bendijo la sede y departió con los asistentes, entre ellos el alcalde de Cazalla, Adrián Torres; el párroco, Francisco José Gordón, y representantes de las hermandades cazalleras.